miércoles, 30 de marzo de 2011

--¡Oh recordad, recordad que estas cosas son verdaderas!,-- Mosíah 2:18-41

Mosíah 2:18-41

De nuevo, las palabras que escogí para el titulo de esta entrada (del versículo 41) yo encuentro ser profundamente pertinente. La invitación del rey Benjamín para recordar fue exactamente lo que yo necesitaba. Habiendo luchado con una enfermedad que me tardó más que una semana, también he tenido una lucha espiritual con algunos pensamientos falsos que yo había permitido sembrarse un poco demasiado profundo. Lo que resultaba fueron sentimientos de obscuridad y inquietud, una perdido de paz en lo general, cual paz fue real y tan significante como cualquier bendición de salud física.

Lo que explica el Rey Benjamín en la segunda parte de este capitulo es una receta para paz perfecta y felicidad en esta vida. Después de concluir que no hay ningún grado de alabanzas y agradecimiento que podemos rendir a Dios para resolver la deuda que tenemos a Él (aunque alabanzas y agradecimiento son ingredientes importantes de ser discípulo), el Rey Benjamín concluye que la mejor cosa que nosotros podamos hacer para mostrar nuestra aprecio hacia Dios es guardar sus mandamientos (versículo 22).

En los versículos 32 a 39, Benjamín trata de las consecuencias que viene a uno que -- opt[a] por obedecer al espíritu malo,-- (versículo 32). En seguida, él habla a los que hayan sido instruidos y enseñados según la manera de los profetas pero luego escojan obedecer el espíritu malo. Dice que aquellos -- se declara[n] en rebelión manifiesta contra Dios,-- (versículo 37). Él sigue platicando del terrible estado de aquellos cuando son llevados a recordar su culpa ante Dios.

En los versículos 40 y 41, un contraste fácil entre los dos estados deja al lector decidir por sí mismo:
  • --¡Os ruego que despertéis el recuerdo de la terrible situación de aquellos que han caído en transgresión!-- (versículo 40)
  • --Consideraseis el bendito y feliz estado de aquellos que guardan los mandamientos de Dios.-- (versículo 41)
Y luego, con una linea de testimonio, el Rey Benjamín concluye el capítulo: --¡Oh recordad, recordad que estas cosas son verdaderas!, porque el Señor Dios lo ha declarado. -- 

Me hace recordar de una charla que tuve hace poco con un amigo. El amigo me explicaba como el fuente de su felicidad fue el resultado de la independencia financiera. Lo irónico fue que unos pocos días antes me encontré dando cuenta de que ya estoy sumamente feliz. En pensar de la fuente de mi felicidad, concluye que fue resultado de estar dispuesto a guardar a los mandamientos de Dios, arrepentirme de mis pecados, y servir a Dios, y cosas así. Yo había encontrado lo más profundo paz y felicidad  y gozo, los cuales son disponibles a todos.

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