martes, 5 de agosto de 2014

--Sé Que Eres un Santo Profeta de Dios,-- Alma 8:19-28

Alma 8:19-28

En la superficie, este es un cambio relativamente sencillo en el que Alma vuelve a Ammoníah por una vía diferente y es recibido por Amulek. Hay algunos puntos en estos versículos que hallo significante. De Amulek, fue requerido ejercer la virtud cristiano de compasión y dar alimento al hambriento. Tal vez, esto parece insignificante dado que él había recibido guía y inspiración por un ángel para acoger a Alma, y sin embargo, pienso que esta es la esencia misma de por qué el ángel se apareció a Amulek, y no otra persona.

Cuando Alma regresa a Ammoníah, tiene hambre. Mas tarde enteremos que Alma en la realidad habia estado ayunado durante muchos días. (vs. 26) Al peticionar a un hombre desconocido, Amulek se identifique como una nefita y dice que él sabe que Alma es un profeta de Dios.

Cercanos al fin de estos versículos, aprendemos dos puntos notables en esta historia: 1) que Alma no volvió inmediatamente a la tarea de predicar el evangelio, sino pasó algún tiempo en la casa de Amulek, y 2) que el pueblo de Ammoníah -- se envileció aún más en sus iniquidades.-- (vs. 28) Me supongo que el tiempo que pasó Alma con Amulek fue un tiempo de preparación para Amulek. Esto se realizó ciertamente por recibir instrucción en el evangelio, pero también, probablemente permitía a Amulek un tiempo para conocer íntimamente a Alma en un nivel personal como ser humano y como un siervo del Omnipotente. Que el pueblo creció en la maldad no es un punto de silencio, sino que llegue ser el catalizador para los juicios del Señor contra este pueblo.

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Me parece que Alma es un tipo fuerte para Cristo en estos versículos, o sea, las cosas que Alma hace y dice en estos versículos son como si hubiera estado ministrando Cristo allí.Tal es el llamamiento y asignación de los profetas. Las palabras de Doctrina y Convenios 1:38 parecen ser aplicables aquí: --sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo.-- Si Cristo hubiera estado allí, en su gloria inmortal, la gente de Ammoníah hubiera haber sido totalmente destruida, porque no hubieran sido capaces de permanecer en su presencia.


Al considerarlo, parece que aquella gloria debe haber sido encubierta en el ministerio mortal de nuestro Señor, para que así lo demás, imperfectos y impuros, pudiera permanecer en su presencia. Sin Cristo presente para ministrar a la gente, hay un vació entre Dios y el hombre que solo puede ser lleno por un profeta: un ser mortal quien se ha calificado para tener los favores del cielo derramado sobre él. Cuán importante entonces es esta asignación particular. ¡Qué bendición dramáticamente significativa esta es tener  profetas vivientes entre nosotros!

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