sábado, 26 de marzo de 2016

--La Luz de la Gloria de Dios,-- Alma 19:1-11

Alma 19:1-11

En este grupo de versículos, el rey Lamoni ha sido apoderado por la influencia del Espíritu Santo y ha estado postrado en su cama por dos días. La reina llama a Ammón para averiguar de él el estado del bienestar de su marido para saber lo que debía hacer.

La reina explica a Ammón que los siervos de su marido lo estima como --un profeta de un Santo Dios-- y que él ha tenido --poder para hacer muchas obras maravillosas en su nombre.-- Sobre esta base, en el testimonio de los siervos de su esposo, la reina pide guía de Ammón.

Versículo 6 lea así: 
Y esto era lo que Ammón deseaba, pues sabía que el rey Lamoni se hallaba bajo el poder de Dios; sabía que el obscuro velo de incredulidad se estaba disipando de su mente, y la luz que iluminaba su mente, que era la luz de la gloria de Dios, que era una maravillosa luz de su bondad, sí, esta luz había infundido tal gozo en su alma, que la nube de obscuridad se había desvanecido, y la luz de la vida sempiterna se había encendido dentro de su alma; sí, sabía que esto había dominado el cuerpo natural del rey, y que había sido transportado en Dios.
Aunque no se menciona la fe en este versículo, está al centro de lo que se describa aquí . --Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.--(Hebreos 11:1).  Presidente Monson ha dicho: --No teman... El futuro es tan brillante como su fe.-- Así nos podemos decir aquí que es la certeza de fe en el mensaje de Cristo que haya presentado Ammón al rey Lamoni que haya causado esta -- luz de la gloria de Dios-- a reposar sobre él. Tal fe, como dijo recientemente el Elder Neil L. Andersen, --en el Señor Jesucristo no es algo etéreo que flota libremente en el aire... La fe emite una luz espiritual que se puede discernir.--

Al tener este testimonio de la verdad, Ammón en seguida aconseja al reina para esperar, porque su esposo estaba durmiendo en Dios y en el próximo día, él levantaría de nuevo.(véase vs. 8) La reina crea su declaración y él reconoce la fe de ella: --Bendita eres por tu fe excepcional; y te digo, mujer, que nunca ha habido tan grande fe entre todo el pueblo nefita.-- (vs. 10)

La reina entonces espera todo el resto del día, por toda la noche, y todavía aún se halla esperando al lado de su marido, el rey, en la mañana siguiente.

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