viernes, 14 de octubre de 2011

Mosíah 12:25-32

Esta reproche de agitación que he escogido como título de esta entrada me hace reflexionar sobre mi propio ministerio y responsabilidad. Agradezco que en las preguntas de Abinadi hay un entendimiento inherente de los deberes y responsabilidades que acompañan el oficio y llamamiento de un siervo del Señor. Lo que es aún más interesante son los primeros dos puntos de la expectativa que él estableció para estos sacerdotes pretendidos: 1) Él se espera a ellos enseñar, y 2) Él se espera  a ellos a comprender el espíritu de profecía.

Lo que sigue es algo de una lista de trampas para evitar como sacerdote o ministerio de los hijos de Dios.
  1. Observa a sus propios enseñanzas. No sea hipocrita. 
  2. No se fija el corazón en las riquezas. 
  3. No malgasta su vigor en una vida desenfrenada. 
  4. No sea causa de pecado para los que se sigue por causa de sus iniquidades.
Al contemplar esta situación aún más, Abinadí les esta hablando tal como estuviera ordenados ministerios de Dios. Se está ignorando el hecho de que su nombramiento fue basado enteramente en las preferencias de un rey inicuo. Tal vez, Abínadí tiene algún sentido, o esperanza , de lo que resultaría de su testimonio.

Hay un otro suposición o expectación establecido por Abinadí aquí. Él nombramiento de un sacerdote trae consigo el deber de hacerse maestro en las vías del Señor. Él se acusa a estos hombres de fracasar en su  puesto, que ilustra el peso del llamamiento a lo cuál habían sido apartados.

¿Soy yo un sacerdote?  Entonces se espera de mí mantener las vías del Señor. ¿Comprendo el pesar y deber de mis asignaciones? Entonces debo yo enseñar de acuerdo con mi entendimiento.

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