jueves, 2 de febrero de 2012

--El Fundador de la Paz,-- Mosíah 15:18-24

Mosíah 15:18-24

En el versículo 18, Abinadí exclama ¡cuán hermosos son sobre las montañas los pies de aquel que... es el fundador de la paz, sí, el Señor, que ha redimido a su pueblo!

La nota de pie por la palabra --paz-- señala a Juan 16:33 donde el Señor dice que la instrucción que Él acaba de dar a sus apóstoles fue para dar paz a sus discípulos cuando viene aflicciones.

He repasado entonces el capítulo 16 de Juan, y he sido sumamente impresionado por esta instrucción. Dice que es menester que venia el Espíritu Santo. Me impresiona esto porque de vez en cuando, siento como doy más importancia a la recepción del Espíritu Santo que en ser como discípulo de Cristo. Pero Cristo enseñaba a sus discípulos que era menester que Él se iba y el Espíritu se viniera. Tenía que irse para que el Consolador (el Espíritu) pudiera hacer su misión. Entonces no es el uno o el otro, sino que es esencial para ser discípulo de Cristo que uno tenga el Espíritu Santo como compañero. En otras palabras, no puede ser discípulo de Cristo sin la guía del Espiritu Santo.  

De la guía de las escrituras en la tema de Espíritu Santo dice que hay varias funciones vitales en el plan de salvación que cumpla el Espíritu Santo. He seguido las escrituras relacionados con el cuarto punto del Espíritu de la Promesa. Lo que es curioso es que Espíritu de la promesa tiene que ver con la resurrección de los muertos. En los Doctrinas y Convenios, aprendemos que los que son parte de la primera resurrección son los que son sellados por el Santo Espíritu de la Promesa.

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